ESCALOFRÍO POR UNA NOTA
Hablando en estos días con unos jóvenes estudiantes, de las sensaciones desagradables que varios de ellos sienten a la hora de presentar sus evaluaciones (llámense examen, quiz, prueba) recordé que en mi tiempo, también sufrí de pánico cuando el profesor decía “saquen una hoja, hoy tenemos examen”. En esto y muchas más, no han cambiado las cosas en la academia.
La obtención de una buena calificación sigue siendo la principal preocupación y el máximo objetivo de la mayoría de los estudiantes, sin importar que tanto se aprendió del tema. Nuestro modelo educativo induce a éste escenario. Una nota representada por un número puede convertirse en la exaltación meramente superficial de los conocimientos de un estudiante, o la represión aplastante para el que se “rajó” y a quien la escuela se quedó corta para ayudarle a descubrir cuanto sabía.
Los padres desde el hogar fomentamos también ésta situación, cuando felicitamos con efervescencia las buenas notas de nuestros hijos o los maltratamos de alguna manera por el infortunio de una materia perdida, sin haber estado con ellos unos pocos minutos para saber de sus inquietudes.
Estamos inculcando en nuestros muchachos el valor relevante de “ganar un año”, sacar el máximo puntaje en una prueba, obtener un título, o ser “el mejor” por encima de cualquier circunstancia, inclusive la de aprender verdaderamente.
Con ésta escala de premios y castigos seguiremos interpretando erróneamente lo que significa una verdadera competencia, con nefastas consecuencias en el futuro laboral y profesional de los niños y continuaremos viendo caras angustiadas, manos sudorosas, miradas inquietas y mentes en blanco a la hora del examen.